El sueño es un terreno rico y fértil, ahí cabalgan nuestros deseos, nuestros miedos y nuestras fantasías, es el espacio en donde nos liberamos de la razón y de las incertidumbres de cada día.
Avisos, consejos, premoniciones, atraviesan cada noche por el portal de lo tangible hacia la nada, para llegar, inesperados, a influir en nuestra conciencia.
El subconsciente habla un lenguaje difícil, simbólico, por lo que, los irredentos, precisan interpretar.
Se ha de adiestrar gradualmente la conciencia para permitirle, al estado onírico nocturno, desboque su libre albedrío, no expulsarlo para que emancipado, se manifieste en los sueños.