Sin duda alguna los estímulos que recibimos del exterior modifican, querámoslo o no, nuestro estado de ánimo.
La bruma me lleva lejos de mi cotidianidad, de mi mundo habitual. En un ambiente así, de pronto me transporto a Inglaterra y claro, es lo que me índica mi bagaje cultural: neblina igual a foggy London.
Aunque este fenómeno es muy común en muchas regiones del planeta con las condiciones de humedad y temperatura precisas para que ésto suceda, incluso en México, en Cuetzalan, por ejemplo. Lugar en donde me tocó vivir la sensación de misterio que provocan éstas nubes bajas, obscuras como cajas, cantaría Silvio.
Todo es gris, a penas distinguible… ¿justo como la realidad?
El ambiente envuelto por un finísimo manto conformado por diminutas gotas despierta mi nostalgia de sensaciones inciertas y de alguna manera latentes en mi memoria.
Amores malogrados, viajes inconclusos, encuentros postergados, sabores y aromas que se esfuman, realidades imposibles, sueños por realizar…
Ir por la carretera y notar curva a curva como se espesa más y más ese banco de bruma y sentir como se me va encogiendo el corazón…
La neblina, de alguna manera u otra, contrae mi cuerpo, pausa mi respiración, nubla mi conciencia y me deja en un estado de ensoñación total…





















Una gran experiencia sobre todo como lo narras esto secede aqui en mexico es algo muy bonito e interesante gracias por compartir estas maravillas saludos
Gracias a ti por tomarte el tiempo de leerlo y por tus palabras, un abrazo!!!